Fue el primer dinosaurio que se identificó. De acuerdo a la leyenda, en 1820 Mary Ann Mantell descubrió unos dientes gigantes en una piedra y se los entregó a su marido Gideon, un médico inglés y coleccionista de piedra. Luego de mucho estudio, los Mantell concluyeron que los dientes debieron de haber pertenecidos a un enorme reptil. Lo llamaron Iguanodón, que quiere decir diente de iguana.