La hormiguita rebelde |
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La hormiguita rebelde:
Había una vez una preciosa hormiguita, que vivía junto a sus
cariñosos padres, en una límpia y ordenada casita que se
encontraba situada en el jardín de la familia Pérez.
La hormiguita se llamaba Clara.
Clarita,como le decían sus padres , estaba acostumbrada a que
toda la atención de la familia estuviera centrada sobre ella, y
siempre habia sido muy, pero muy mimada.
Ella era una hormiguita muy peculiar, pués siempre estaba muy
arregladita, y nunca salía de su casa si no llevaba un gran lazo
bien planchado y llamativo en su cabeza.
Era presumida y se
veía a si misma como la hormiguita más linda y distinguida de la
ciudad.
Pero un día algo muy importante le sucedió , por lo que
debió tomar una resolución de carácter urgente.
Esa
mañana, como cada día, después de bañarse,
cepillarse los dientes y vestirse, Clara fue a la habitación de su mamá
para que la peinara y le pusiera con gran cuidado el gran lazo en su cabecita.
Pero al entrar a la habitación, encontró a sus padres
contemplando embelesados a cuatro lindas y sonrientes
hormiguitas, las cuales ya tenían en sus cabecitas los lazos
idénticos a los que ella siempre había usado, pero más pequeños.
Los padres de Clarita, habían estado esperando con ilusión desde
la madrugada la hora de informarle a su hija mayor, que acababa
de recibir cuatro hermanitas.
Al verla, los dos extendieron sus
brazos hacia ella, para que se acercara y asi conociera a
Claudia, Cleotilda, Clavela y Claré, sus recién nacidas
hermanitas.
- Ven Clarita, acercate para que conozcas a tus nuevas
hermanitas. Dijo la feliz madre.
Clara caminó lentamente, con los ojitos inmensos y sin
pestañear, hasta la cunita donde se encontraban los bebés.
Pero
al instante dió media vuelta y salió corriendo de su casa.
Después de correr durante unos minutos, escuchó las voces
de algunos de sus compañeritos del colegio, quienes caminaban
del otro lado de los árboles .
Clara decidió pasar a través de los árboles para encontrarse con ellos y contarles sobre su gran tragedia. Sus padres la habían traicionado.
Cómo era posible que hubieran llevado a vivir a su casa a cuatro hormiguitas, y que no solo les estuvieran dando amor, sino que además, les hubieran colocado en sus cabecitas los lazos que eran de su propiedad exclusiva.
Ella era la única hormiguita que llevaba lazos en su
cabeza, y eso era parte importante de su personalidad, y la
distinguía de las demás.
Cuando Clara saludó a sus amiguitos, se dió cuenta de que todos la miraban con gran asombro.
- Hola, ¿qué les pasa? Hablenme. dijo Clara.
Y de pronto se dió cuenta de que no se había puesto el lazo por haber salido corriendo de su casa.
- Ahhhhh!!! gritó Clara muy fuerte, mi lazo, mi
lazo!!! y corrió nuevamente hacia los árboles y
se quedó ahí escondida hasta que sus amiguitos
decidieron alejarse.
-Qué extraña se veía sin su lazo, verdad?
- Si, al principio yo no la reconocí.Comentaban sus
amiguitos.
Clarita lloró y lloró sentadita sobre una hojita
fresca que acababa de caer de un árbol.
- Ya no podré volver al colegio nunca más. Qué
día tan espantoso. Y todo por culpa de esas hormiguitas
entrometidas y antipáticas que llegaron a mi casa esta
mañana.
Clarita había decidido no regresar nunca más a su casa.
Pero una hora más tarde comenzó a sentir mucha hambre.
Salió de entre los árboles y comenzó a caminar.
Entonces comenzó a notar algo muy extraño.
Todo su cuerpecito se sentía muy liviano.
La sensación era divertida y maravillosa.
Se desplazaba con mayor rapidez y facilidad.
Nunca se había dado cuenta de
cuanto pesaban sus bellos lazos de colores.
Entonces vió acercarse hacia ella a dos señoras hormigas
que iban conversando animadamente.
Entonces, una de ellas
se acercó a Clara y le dijo:
- Hola hormiguita, pero que linda eres.
- Gracias señora.
Clara estaba extrañada, pues nunca antes nadie
le había dicho nada parecido en la calle.
Clara siguió su camino, y cada vez se sentía
mejor.
No sólo su caminar era más ligero y divertido,
sino que le habian dicho que era una linda hormiguita,
a pesar de no llevar su lazo como cada día.
Al llegar a su casa, vió a su madre paradita en el
jardín esperandola.
Clara corrió hacia su mamá y la abrazó con fuerza.
- Mami, mami.
- Clarita, dónde estabas. Tu papá fue al colegio a
llevarte tu lazo y no te encontró. Ahora está muy
preocupado buscándote por el bosque.
- Mamá, no quiero nunca, nunca jamás usar esos feos
y pesados lazos.
- Pero porqué Clarita?
- Porque hoy me di cuenta de que los lazos no me
dejan correr y divertirme con libertad, además,
yo creí que era una hormiguita especial gracias
a mis lazos, pero ya sé que no es así. Yo quiero
ser yo, y no necesito usar nada en mi cabecita
para que mis amiguitos, mis padres y mis maestros
me quieran.
Mientras su madre la observaba embelesada y orgullosa,
Clarita entró a la casa, le quitó los lazos de las
cabecitas a sus hermanas y las abrazó y besó a todas
a la vez.
El padre y la madre de Clarita entraron y las vieron
y todos rieron felices.