El pequeño milagro |
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por Amarilis Irigoyen
En las aguas cristalinas de un lago, se veía el reflejo de un pequeño Gusanito, quien parado junto a un árbol lloraba y gemía sin parar.
¿Por qué soy tan feo?. Se preguntaba el Gusanito.
Iba pasando por ahí una Arañita y sin querer, escucho lo que decía el Gusanito.
¡No estés triste, pequeño Gusanito! .Le dijo la Arañita.
¡Yo si que soy fea! Mis patas son muy largas y mi cabeza muy pequeña. Agregó y se fue.
Pero el Gusanito no prestó atención a las palabras de la Arañita y siguió llorando.
¿Por qué soy tan feo?. Seguía preguntándose tras sus sollozos.
Entonces, pasaba por ahí una Ranita, quien se entristeció al oír el lamento del Gusanito.
¡No llores Gusanito! Tu no eres feo. Fea yo con estos ojos saltones y con este obeso cuerpo. Le dijo la Ranita y se marchó.
Pero el Gusanito seguía llorando sin hacer caso de las palabras de la Ranita.
¿Por qué soy tan feo? .Volvió a preguntarse el Gusanito.
Esta vez fue un Caracol quien escucho la tristeza del Gusanito.
¡No es cierto, Gusanito...tu no eres feo! Feo yo, con este tamañito y a demás tener que cargar con este pesado caparazón, que de nada sirve, en tan pequeñito cuerpo. Le dijo el Caracol y prosiguió con su camino.
Pero el Gusanito gemía y lloraba sin encontrar consuelo en las palabras del Caracol.
Y en eso, se escuchó el aletear de una hermosa Mariposa que volaba por ahí y que se detuvo al oír el llanto del Gusanito.
¿Por qué lloras Gusanito?. Le preguntó la Mariposa con ternura.
Por...por...que soy...muy feo. Le respondió el Gusanito con lágrimas en sus ojitos.
¡Tu no eres feo!, fea es la manera como te miras a ti mismo. Le aclaró la Mariposa.
Eso lo dices porque tu eres hermosa y puedes volar por los aires. Le dijo el Gusanito molesto a la Mariposa.
¡No es cierto! El día que dejes de compadecerte y comiences a mirarte con el corazón verás, en esa agua, el reflejo de tu gran belleza y la de aquellos que se han acercado a ti con la humildad de su amor. Le dijo con dureza la Mariposa.
¿Seré tan bello como tu?. Le preguntó con curiosidad el Gusanito.
¡No! Serás más bello que yo...y con un suspiro alzó su vuelo, la mariposa, para alejarse del Gusanito.
El Gusanito se quedó pensando en las palabras de la Mariposa y en todos aquellos animalitos que se le habían acercado con humildad a consolarlo. ¡Qué mal los había tratado!.
Así que el Gusanito tomó una decisión:
Voy a ir a buscarlos. Se dijo con determinación.
Arrastrándose con dificultad llegó hasta la casa de la Señora Araña.
¡Disculpe, Señora Araña! Solo vine a decirle que usted no es fea. Usted tiene unas patas maravillosas que le ayudan a tejer su telaraña y de toda inteligencia tiene llena su cabeza... ¡Feo yo!... Que no aprecié sus palabras. Le dijo el Gusanito a la Araña.
¡Gracias!. Le respondió la Araña.
Volvió a arrastrarse, el Gusanito, hasta llegar a casa de la Señora Rana.
¡Disculpe, Señora Rana! Solo vine a decirle que usted no es fea. Usted tiene unos ojos hermosos y un cuerpo que hace saltar como toda una atleta...¡Feo yo!...Que no aprecié sus palabras. Le dijo el Gusanito a la Rana.
¡Gracias!. Le respondió la Rana.
Una vez más, el Gusanito volvió a arrastrarse hasta llegar a casa del Señor Caracol.
¡Disculpe, Señor Caracol! Solo vine a decirle que usted no es feo. Usted tiene un caparazón muy especial del que puede salir y entrar sin tener que preguntar...¡Feo yo!... Que no aprecié sus palabras. Le dijo el Gusanito al Caracol.
¡Gracias!. Le respondió el Caracol.
Y volviéndose a arrastrar, el Gusanito, llegó al lago donde se detuvo a ver su reflejo por última vez.
Puede que sea feo, pero soy un Gusano con suerte, pues hoy descubrí la belleza de la amistad. Se dijo orgulloso, mirándose en el agua.
Al oscurecer, el Gusanito, se recostó de un árbol y como estaba muy cansado, se quedó dormido.
Al día siguiente vinieron la Araña, la Rana y el Caracol a saludar a su amigo el
Gusanito, pero qué sorpresa se llevaron, al ver que junto al lago ya no estaba el Gusano feo, ahora en su lugar, había una hermosa Mariposa de colores.
Fue entonces, cuando comprendieron, que el milagro de la amistad había transformado al Gusanito, quien con todo su amor abrió sus alas para poder abrazar a sus buenos amigos.