Don Miguel Hidalgo y Costilla |
Hidalgo nació
el 8 de mayo de 1753 en un rancho adscrito a la hacienda de Corralejo,
Valladolid, México. Su familia (padre español, madre criolla) que
nunca disfrutó de una desolgada situación económica, puede considerarse
dentro de la clase media baja. Hidalgo y varios de sus hermanos
emprendieron la carrera sacerdotal, más por necesidad que por vocación ,
ya que el sacerdocio garantizaba empleo seguro y cierto rango social al
cual no se podía acceder de no pertenecer a la élite capitalista y
aristocrática. El joven Miguel hizo sus estudios en la ciudad de
Valladolid, importante centro episcopal, de impresionante señorío
arquitectónico. El inquieto ambiente social e intelectual permitía la
formación de espíritus modernos y rebeldes en potencia, como el propio
Hidalgo, José María Morelos, fray Vicente Santa María y muchos más.
Hidalgo vive
en Valladolid por espacio de 1765 hasta 1792 en que marcha a hacerse cargo
del curato de Colima, por lo tanto es Valladolid quien forma y precisa su
carácter. Fue un estudiante aplicado, sobresaliente y, hasta donde el
medio se lo permitió, heterodoxo.
Debido al
rasgo de astucia que ya entonces proyectaba su personalidad, sus condiscípulos
en el Colegio de San Nicolás le asignaron el mote del Zorro.
En 1774
Hidalgo recibe las cuatro órdenes menores; al año siguiente se incorpora
al claustro docente de su propio colegio y en 1778 obtiene, al fin, el
presbiterado. Bajo la atmósfera benigna de la Ilustración, que en
Valladolid, a nivel provincial fue muy estimulante, Miguel se permite el
lujo de hacer público su reformismo intelectual antecedente de su futura
insurgencia política. Escribió una Disertación sobre el verdadero método
de estudiar teología escolástica que por su novedad, le suscitó elogios
y recelos.
Cada vez más divorciado de la rutina y la tradición, que embotaba las conciencias, promovió actos académicos en los que sutilmente inculcaba a los estudiantes ideas renovadoras. Hidalgo es noticia periodística por primera vez en 1785, cuando La Gaceta de México del 9 de agosto de este año inserta la reseña de uno de estos actos literarios. En 1790 es
designado rector de San Nicolás. Aunque el ilustrado obispo fray Antonio
de San Miguel (1784-1804) lo tuvo en alto aprecio, no permitió que
Hidalgo desarrollara todas sus capacidades e iniciativas como rector del
prestigiado colegio. Empezaba a temerse su indocilidad, su criterio
abierto, su afición a las letras francesas, su carisma e influjo sobre
los jóvenes.
Por ello San
Miguel decidió, en 1792, removerlo de ese puesto clave, alejarlo de
Valladolid y enviarlo de párroco a un lugar periférico de la diócesis.
Dieciocho años seria cura del pueblo, primero en Colima, luego de San
Felipe, y en 1803 , en Dolores; los dos últimos ubicados en la
intendencia de Guanajuato, centro geográfico de Nueva España. Por
temperamento, educación y vitalidad no podía ser Hidalgo un párroco
resignado. Tanto en San Felipe como en Dolores se las agenció para
descargar en coadjutores las obligaciones rutinarias de su cargo, mientras
él se dedicaba a organizar obras y tertulias. Su afición a la lectura era
grande sobre todo a los autores franceses, a quienes a menudo traduce.
Impulsa el buen teatro y pone en escena a Racine y Molier. Organiza una banda de música y dispone tertulias con cualquier pretexto, pero muy especialmente cuando hay visitantes cuyo trato y charla le interesan. La casa que habita en San Felipe se hace famosa con el nombre de La Francia Chiquita. Es tanto el ruido sobre Hidalgo en San Felipe que el Santo Oficio, ante varias denuncias le abre juicio por hereje, vida disoluta, etc..., Don Miguel Hidalgo, con buenas relaciones logra detener el juicio, que será reabierto en 1810 al convertirse en líder de la Independencia.
Iglesia
de Dolores
Cuando Hidalgo fue enviado al curato de Dolores cumplía ya el medio siglo de edad, no podía menos que sentir una frustración humillante e intolerable al ver bloqueada su carrera. Por ello, desahoga su ansiedad, movilizándose. Va a Guanajuato, a San Miguel el Grande, a Querétaro, a Valladolid. Dolores se transforma en su centro forzado desde el cual observa y tantea el terreno.
Como
Conspirador
En 1808, cae la monarquía y se da en la capital del virreinato el primer golpe de Estado que registran nuestros anales: el grupo dirigente español derroca al virrey legítimo y desata una ola de represión contra los criollos. A fines de 1809 es denunciada una conspiración en Valladolid. Hidalgo es conocido de casi todos los comprometidos en ella, pero rehusa participar, advirtiendo las escasas posibilidades de éxito y la inmadurez de ésta; sin embargo, ya tenía la idea de participar en alguna asociación que trabaje para derribar el régimen. La oportunidad se le presenta en Querétaro donde un grupo de criollos se organizan bajo la protección solapada del corregidor Miguel Domínguez y, sobre todo, de la esposa de éste, Doña Josefa Ortiz de Domínguez. La conspiración de Querétaro estaba conformada por un puñado de civiles de la clase media y de manera especial por un puñado de jóvenes oficiales del ejército: Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Abasolo, Joaquín Arias, Francisco Lanzagorta y otros. Allende, el mayor de todos, era el dirigente y el alma de la conspiración, cuya motivaciones políticas eran mas bien clasistas que populares. Hidalgo fue llamado a este grupo ya que era el único que podía motivar al pueblo a seguirlos en su aventura; el carisma y el prestigio de Hidalgo permitían que la gente lo escuchara y lo aplaudiera.
Como lider de
la Insurgencia
Cuando la conspiración fue descubierta fue él quien tomo la decisión de tomar las armas de una vez e iniciar la lucha, frente al atrio de la Iglesia de Dolores. De ahí en adelante se convirtió en el dirigente de la lucha de independencia. Junto con
Allende y Aldama partió a extender la lucha. Salieron de Dolores
cubriendo la siguiente ruta: Atotonilco, San Miguel el Grande, Chamacuero,
Celaya, Salamanca, Irapuato, Silao y Guanajuato donde se desarrolla la toma de la
alhóndiga de Granaditas; de ahí a Valladolid la cual toma sin tener que
luchar. Decreta la abolición de la esclavitud y la paga de tributos para
todo género de castas. Parte rumbo a la capital y se le unen Ignacio López
Rayón y José María Morelos, a este último encomienda el comandar la
lucha en el sur y dirigirse rumbo a Acapulco.
En el cerro de las Cruces se enfrenta contra el coronel Torcuato Trujillo, lo vence y sigue hasta el pueblo de Cuajimalpa donde decide retirarse sin entrar a la capital ya que viene un poderoso ejército para hacerles frente. Después de sufrir una derrota parcial en Aculco el 7 de septiembre Hidalgo y Allende se separan; Hidalgo se dirige hacia Guadalajara donde es recibido con festejos; propone la creación de un Congreso Nacional con representantes de todas las ciudades villas y lugares del reino; utiliza la imprenta para publicar proclamas y bandas; edita el Despertar Americano, primer periódico insurgente que durara a lo largo de 11 años de guerra. Desarrolla sus medidas de tipo social, como la abolición de la esclavitud, suspensión de tributos, reparto de tierras y garantías individuales (igualdad social, libertad de trabajo y de comercio). Es Hidalgo quizá el único que desde el inicio de la lucha se haya dado cuenta que el movimiento iba mas allá de la lucha por el control del poder de la Nueva España y que se ha transformado en una lucha popular por la libertad de México.
Su
Captura
El
17 de enero de 1811 el brigadier Calleja quien ya había recuperado
Guanajuato para los
realistas,
vence al grueso del ejército insurgente e Hidalgo se ve obligado a partir
para el norte con intenciones de pasar a Estados Unidos y conseguir
armamento para retornar con más fuerza. Es detenido cerca de Monclova
en Actita de Bajan por un destacamento realista. Conducido a Chihuahua junto con otros líderes insurgentes es encerrado y
se le abre juicio. Es sometido a
los más duros interrogatorios durante tres meses tras los cuales es
sentenciado a muerte. La ejecución se llevó acabo el 30 de junio de 1811
y su cabeza junto con la de Allende, Aldama y Jiménez, fue colocada en un
ángulo de la Alhóndiga de Granaditas, como escarmiento para el resto de
los insurgentes.
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