Historia de Grecia

 

Nuevas alianzas

 

Los estados griegos empezaron a buscar por separado la ayuda de su tradicional enemigo, Persia. En el 399 a. C., los ejércitos persas saquearon la costa de Asia Menor, provocando que Esparta enviara un ejército. Aunque éste tuvo cierto éxito, se vio obligado a regresar en el 395 a. C. para hacer frente a la coalición de Argos, Atenas, Corinto y Tebas. El conflicto que siguió, las Guerras Corintias, continuó por medio de pequeñas contiendas y escaramuzas hasta el 387 a. C., cuando Esparta, aliada de Persia, impuso la Paz de Antálcidas sobre sus discrepantes estados súbditos. Según las condiciones del asentamiento persa-lacedemonio, se cedía toda la costa oeste de Asia Menor a Persia y se otorgaba la autonomía a las ciudades-estado de Grecia. A pesar del acuerdo, Esparta invadió Tebas en el 382 a. C. y tomó la ciudad de Olinto, al norte.

 

El general de Tebas Pelópidas, respaldado por Atenas, dirigió tres años después un levantamiento que expulsó a las fuerzas de ocupación espartanas. La guerra entre Esparta y Atenas, aliada con Tebas, continuó y llegó a su fin con la batalla de Leuctra, en el 371 a. C., en la que los tebanos, al mando de Epaminondas, derrotaron por completo a sus enemigos y pusieron fin definitivamente a la dominación espartana. Tebas, en virtud de su victoria, se convirtió en el primer estado de Grecia, e inauguró un periodo de malestar civil y miseria económica resultado de las luchas previas. Atenas, en concreto, se negó a someterse a la supremacía de Tebas y, en el 369 a. C., se alió con Esparta. Para mayor inseguridad, la hegemonía de Tebas dependía principalmente de la brillante regencia de Epaminondas y cuando éste murió, en la batalla de Mantinea (362 a. C.), Tebas se vio privada de su breve hegemonía.