La
Reforma Católica
La
Reforma
Católica fue posterior en
el tiempo de la Reforma Protestante.
El anhelo de Reforma venía ya
de más atrás. Los monarcas conideraron la Reforma
Eclesiástica como algo esencial
de la obra general de restauración de su gobierno eligiendo como obispos
a personas destacadas por su espiritualidad y ciencia. La Iglesia
Española era la de mayor nivel espiritual y científico en Europa. Eso
explica el papel de los teólogos españoles en el Concilio
de Trento.
Las
inquietudes de renovación cristiana se daban también en la misma época
en Italia.
La fundación religiosa del siglo XVI fue la de la Compañía
de Jesús, fundada por Ignacio
de Loyola. Ignacio, junto
con otros cinco compañeros. Hicieron votos en París
y se comprometieron a peregrinar a Jerusalém
y consagrarse. No pudieron pasar a Tierra
Santa por lo que Ignacio y
sus compañeros decidieron permanecer unidos y ponerse a disposición del
Papa.
En 1540,
Paulo III aprobó la “Compañía
de Jesús” como una orden de clérigos regulares cuya meta era la
enseñanza de la fe católica y de la doctrina. La Compañía tuvo un
rápido desarrollo: contaba con más de 1,000 miembros a la muerte de su
fundador y 13,000 medio siglo más tarde. Los jesuitas ayudaron a la Reforma
Católica con la fundación del clero, la educación de la juventud y
las misiones.
El
Concilio de Trento
Su principal objetivo era determinación definitiva de las doctrinas de la
Iglesia en respuesta a las herejías de los Protestantes. Un segundo
objetivo era la ejecución de una Reforma
de la vida interior de la Iglesia quitando los abusos que se habían
desarrollado en ella.
Fue
el acontecimiento principal de la Reforma Católica
y su reunión marca el momento en el que el Papado tomó la dirección de
la empresa renovadora de la Iglesia. No fue fácil su apertura. Los
primeros que pidieron un Concilio fueron los de Alemania.
“Un Concilio general, libre,
cristiano, en tierra alemana” era el clamor que venía de católicos y
protestantes.
Carlos
V
deseaba la reunión del Concilio
esperando que sirviera para rehacer la unidad religiosa del Imperio. Por
el otro lado, Francisco I de Francia no estaba entusiasmado por la convocatoria
conciliar.
El Papa Paulo III entendió que
un Concilio era el único camino
para llevar adelante la Reforma
de la Iglesia. La elección de Trento
como sede del Concilio fue una
buena idea porque estaba en Italia
del Norte y los protestantes no irían si estuviera en suelo papal.
El Papa quería que se tratasen
ante todo los temas doctrinales para fijar el dogma caólico en cuestiones
discutidas por protestantes. El emperador deseaba que se trataran las
cuestiones disciplinares de Reforma
Eclesiástica para satisfacer a
los luteranos y facilitar la restauración de la Unidad
Cristiana. Finalmente se trataron los decretos
dogmáticos y los de Reforma.
La ignaguración fue el 19 de
Diciembre de 1545. El 11 de
Marzo de 1547 los Legados
Papales decidieron el translado del Concilio
a Bolonia. En Enero de 1548, Carlos V presentó una protesta que interrumpió
las sesiones conciliares en Bolonia
y la suspensión del Concilio en
el mes de Septiembre de 1549.
El
Concilio abrió su segunda etapa
en Trento el 1 de Mayo de 1551 con
Julio III. Se suspendió el Concilio
de nuevo por una traición al emperador del elector Mauricio
de Sajonia. Fue una interrupción de 10 años.
Combatir
la difusión de la doctrina de Martín Lutero fue el imperativo del Estado
y de la Iglesia a partir del año 1517, y Trento fue
elegida la sede de un Concilio Ecuménico por su colocación estratégica
en el corazón de Europa. El Concilio fue anunciado en noviembre de
1544, se inició el 13 de diciembre de 1545 y se concluyó el 14 de
diciembre 1563 después de veinte años durante los cuales fue trasladado
a la ciudad de Boloña y sufrió varias interrupciones de los trabajos.
Durante
el Concilio se enfrentaron dos líneas de pensamiento, una que promonía
en primer plano la Reforma moral y disciplinar en el interior de la
Iglesia corrompida, la otra dirigida solamente a la condena de la nueva
doctrina de Martin Lutero. El Concilio de Trento consiguió obtener un
compromiso entre los partidarios de ambas posiciones , eliminó la teoría
de la justificación por la fé, y afirmó la necesidad de las obras para
obtener la salvación eterna.
Incluso
se puso en marcha una reorganización y moralización del aparato
eclesiástico y se decretaron reglas de comportamiento para los obispos y
se afirmó solemnemente la indiscutible y absoluta autoridad del
pontífice.
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