Las siete Maravillas del Mundo |
El
Mausoleo de Halicarnaso
Volvemos
a saltar un siglo hacia delante en el tiempo, y llegamos al año 352 a. de
C. Las maravillas del mundo, que ya sumaban cuatro, vuelven a ser sólo
tres, puesto que Eróstrato acaba de consumar su infame obra destruyendo
el templo de Artemisa, hace apenas cuatro años. Pero el relevo va a
llegar en seguida: una nueva maravilla será construída, dándose tales
coincidencias entre ambas, que parece obra de una magia bienhechora
decidida a compensar la pérdida. Estamos
en Halicarnaso, en la Caria, un estado del Asia Menor. Se trata de una
ciudad importante; incluso cuenta con una fábrica de esos extraños
discos de metal inventados por Creso que hacen de dinero (y es que a todo
nos terminamos acostumbrando). La ciudad luce esplendorosa: el buen sátrapa
Mausolo ha conseguido llevarla a su cenit. Pero ahora la ciudad está de
luto, pues Mausolo acaba de fallecer. ¿Qué tumba, que sepulcro será
suficiente para un rey así? Su viuda Artemisa toma la decisión de no
reparar en gastos; y de pronto, es como si toda la ciudad supiera que
nunca más volvería a vivir una época tan magnífica como la de Mausolo,
disponiéndose a demostrar su reconocimiento haciéndole la sepultura más
especial de la historia, tanto, que dará nombre a los "mausoleos"
que se construirán en el futuro. Ya
están en marcha las obras: los arquitectos Sátiros y Piteos construyen
un podio rectangular; sobre él, se levanta una columnata de orden jónico;
sobre ésta, una pirámide escalonada. Y en lo más alto, una estatua
representando una cuádriga. El conjunto alcanza la vertiginosa altura de
50 metros. Pero eso no es todo; los mejores escultores griegos de la época
esculpirán las estatuas y relieves: Briaxis, Timoteo, Leucastes y el
famoso Escopas (que nada tiene que ver, salvo el nombre, con el escultor
del templo de Artemisa). Pero
esta maravilla, ¡ay! va a ser la menos duradera de todas. Apenas dieciséis
años más tarde, en el 334 a. de C., Alejandro Magno destruye la ciudad.
Él, que ordenara reconstruir el templo de Artemisa en Éfeso, muestra
ahora su semblante destructor. Y aunque poco después los reyes egipcios
conquistarán la Caria y reconstruirán Halicarnaso, ciudad que permanecerá
hasta nuestros días (hoy llamada Bodrum), del mausoleo sólo nos quedará
la leyenda.
|