China |
La dinastía Qin (221-206 a.C.)
En el 221 a.C., el rey de Qin se autoproclamó
Qin Shi Huangdi, o primer emperador de la dinastía Qin. El nombre China
deriva de esta dinastía. Con la ayuda de un ministro legalista, Li Si, el
emperador unificó el mosaico de estados feudales en un imperio
administrativamente centralizado y culturalmente unificado. Se abolieron
las aristocracias hereditarias y sus territorios se dividieron en
provincias gobernadas por burócratas nombrados por el emperador. La
capital de Qin, cerca de la actual ciudad de Xi’an, se convirtió en la
primera sede de la China imperial. Se adoptó un sistema de escritura y su
uso se hizo obligatorio en todo el Imperio. Para promocionar el comercio
interno y la integración económica, los Qin unificaron los pesos y
medidas, la acuñación de moneda y las medidas de las hachas. Se adoptó
la propiedad privada de la tierra y se aplicaron leyes e impuestos con
igualdad. La búsqueda de la uniformidad cultural llevó a los Qin a
ilegalizar muchas escuelas filosóficas que habían florecido a finales
del último periodo Zhou. Sólo se dio la aprobación oficial a los
legalistas y en el 213 a.C. se quemaron los libros de todas las otras
escuelas, a excepción de los ejemplares que se guardaban en la biblioteca
imperial Qin. El primer emperador también intentó extender las
fronteras exteriores de China. En el sur sus ejércitos marcharon hacia el
delta del río Rojo, lo que en la actualidad es Vietnam. En el suroeste su
dominio se extendió para englobar la mayor parte de las actuales
provincias de Yunnan, Guizhou y Sichuan. En el noroeste sus conquistas
alcanzaron Lanzhou, en la actual provincia de Gansu y el noreste, un
sector de lo que hoy es Corea, reconoció la superioridad de los Qin. El
centro de la civilización china, sin embargo, permaneció en el valle del
Huang He. Aparte de la unificación y expansión del Imperio, el logro
más conocido de la dinastía Qin fue la terminación de la Gran Muralla
china. El coste económico y humano de las conquistas
extranjeras de los Qin y la construcción de la Gran Muralla y otras obras
públicas fue enorme. El peso siempre creciente de los impuestos, el
servicio militar y los trabajos forzados crearon un hondo resentimiento
contra la dinastía Qin entre las clases populares del Imperio. Además,
las clases intelectuales estaban ofendidas por la política gubernamental
de control del pensamiento, en especial la quema de libros. El sucesor de
Qin Shi Huangdi cayó bajo la influencia de un astuto eunuco de palacio.
Siguió una lucha por el poder, mutilando la administración central y el
pueblo indignado se levantó en una rebelión.
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