El
caso Dreyfus
En la
década siguiente surgió una crisis más seria. En 1894, un tribunal
militar condenó a cadena perpetua a un oficial del Ejército francés de
origen judío, Alfred Dreyfus, acusado de espionaje en favor de Alemania.
Su familia y amigos, convencidos de su inocencia, obligaron a reabrir el
caso y, a finales de la última década del siglo XIX, la apasionada
disputa que desencadenó el proceso dividió el país. Los partidarios de
Dreyfus, principalmente republicanos y otros grupos de izquierda,
sostenían que se había cometido una injusticia y que el individuo debía
tener prioridad sobre otras consideraciones. Los monárquicos,
ultranacionalistas y defensores de la Iglesia católica pensaban que
quienes apoyaban la inocencia de Dreyfus pretendían desacreditar al
Ejército y socavar la seguridad nacional. Los diputados republicanos,
unidos en 1899 para formar un bloque republicano de izquierdas, intentaron
reducir la tensión del caso con el perdón de Dreyfus y con las
dimisiones y las reasignaciones de los oficiales militares comprometidos
y, en 1901, reanudaron su ataque a la Iglesia. La Ley de Asociaciones de
ese año supuso la clausura de 1.500 centros religiosos y 3.000 escuelas
católicas. El proceso culminó en 1905 con la separación oficial de la
Iglesia y el Estado
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